Hay
muchos tipos de
anemia y las causas pueden ser muy variadas: por falta
de hierro, de ácido fólico, de vitamina B12, de G-6-PD, por
hemolisis, por intoxicación con plomo, aplásica idiopática,
perniciosa, megaloblástica, aplásica secundaria, drepanocítica…
Se puede tener
anemia tras una pérdida
importante de sangre, a causa de una
dieta deficiente, como
reacción a cierto tipo de
medicamentos, por
problemas en la médula ósea -que es donde se producen las
células de la sangre- o como efecto
secundario de otro tipo de enfermedades. En mujeres, por
ejemplo, es muy común la
anemia ferropénica -anemia por falta de hierro-, a causa de
períodos menstuales especialmente abundantes. También es frecuente
padecer anemia durante el embarazo, con ciertas enfermedades
crónicas que producen la destrucción de glóbulos rojos o bajos
niveles de hierro, y en personas con edad avanzada.
Los
síntomas varían según el
tipo de anemia y pueden estar más o menos acentuado según la
persona, pero los más comunes
son:
-
Fatiga acentuada y pérdida de energía:
cansancio y
dolor de cabeza
- Aumento
de la frecuencia cardíaca y
dificultades en la respiración
-
Dificultad para concentrarse
-
Mareos, insomnio
-
Color pálido de la
piel
-
Calambres en las
piernas
La cura también varía según el
origen de la
anemia. El médico determinará cual es la raíz de la
misma y prescribirá un tratamiento adecuado a las causas según las
características específicas de cada paciente.
Fuente
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