Esta dilatación aparece en una zona
debilitada de la pared. Puede presentarse en cualquier punto de la
aorta, pero en su mayoría surge en el tramo abdominal. Sin embargo,
hay
aneurismas que aparecen también fuera de la aorta. Muchos de
ellos son el efecto de una debilidad hereditaria o de la
arteriosclerosis; otros se deben a factores externos, como heridas
por arma blanca o por armas de fuego, y también por infecciones
bacterianas en la pared arterial.
Causas
Los
aneurismas de la aorta son la consecuencia de la
arteriosclerosis, enfermedad que debilita la pared aórtica hasta que
la presión dentro de esta arteria hace que la misma se ensanche y
sobresalga hacia fuera. Normalmente, junto con el aneurisma, aparece
también el coágulo sanguíneo (llamado trombo). La formación de
aneurismas aumenta cuando se tiene la presión arterial alta y con el
hábito de fumar, pero también con los traumatismos o si se padece
alguna enfermedad inflamatoria de la aorta. La infección que provoca
el traumatismo puede iniciarse en cualquier parte del organismo,
aunque por lo general comienza en la válvula cardiaca
(endocarditis).
Síntomas de Aneurisma
Los síntomas dependerán del tipo de
aneurisma que se padezca.
Aneurisma de la aorta abdominal:
Los síntomas como primera señal del
aneurisma es una especie de masa pulsátil en el abdomen. Este
aneurisma provoca un dolor intenso, especialmente en la espalda,
que suele ser persistente, aunque si se cambia de posición esto
proporcionará alivio. Si junto con el aneurisma se produce una
hemorragia interna grave, el diagnóstico suele evolucionar de manera
rápida hacia el shock y muerte en un porcentaje alto de casos.
Aneurisma de la aorta torácica:
Este
aneurisma es de los pocos que puede ser muy grave sin causar
síntoma alguno. Sin embargo, las señales típicas son dolor
(principalmente en la parte superior de la espalda, de gran
intensidad), tos y pitidos en el pecho (sibilancias). El dolor
también se advierte en el pecho y en los brazos, lo que puede
confundirse con un ataque cardiaco. La presión que se crea sobre el
esófago puede dificultar la ingestión. Se puede incluso llegar a la
muerte debido a la pérdida de sangre.
Disección aórtica:
La mayoría de personas con una
disección aórtica (un
aneurisma disecante) presentan un dolor que aparece de repente y
de forma muy intensa. Este dolor es usual en la espalda, en la zona
que está entre los omóplatos. Dependiendo de las arterias que estén
obstruidas, el resultado puede ser un accidente vascular cerebral,
un ataque cardiaco, dolor repentino en el abdomen o imposibilidad de
mover una extremidad.
Tipos de Aneurisma
Existen diversos tipos de aneurisma:
- Aneurisma de la
aorta abdominal: se presentan en
el segmento de la aorta que recorre el abdomen. Suelen medir más
de siete centímetros, por lo que tienen mayor posibilidad de
romperse.
- Aneurisma de la
aorta torácica: atraviesan el
tórax. Los más frecuentes son los que se dilatan a partir del
punto en donde sale del corazón.
- Disección aórtica:
en este caso, el revestimiento interno de la aorta se rasga,
pero el externo queda intacto y, cuando la sangre entra en este
conducto, levanta la capa media existente, con lo que se crea un
nuevo canal en la pared aórtica.
Diagnósticos
En un
aneurisma, el dolor suele ser un síntoma muy útil para
diagnosticar la enfermedad; por desgracia, aparece tardíamente y
retrasa el diagnóstico. Hay muchos casos en los que los aneurismas
no presentan síntoma alguno. Por ello, sólo se apreciarán durante
una exploración física por casualidad o cuando se practiquen
radiografías por alguna otra razón. Si el aneurisma ha crecido con
rapidez y está a punto de romperse, o cuando son presionados durante
una exploración médica del abdomen, dolerá de manera espontánea.
Para diagnosticar un
aneurisma, se puede realizar una radiografía del abdomen, que
mostrará un aneurisma con depósitos de calcio en su pared; una
ecografía, que permitirá establecer el tamaño del aneurisma; una
tomografía computarizada (llamada TC), especialmente si se ha
inyectado un contraste por vía intravenosa, y una resonancia
magnética (RM), que es muy precisa también, aunque es mucho más
costosa que la ecografía y no suele ser necesaria.
Tratamientos
El tratamiento, al igual que lo
síntomas, dependerá del tipo de aneurisma de que se trate.
Aneurisma de la aorta abdominal:
El tratamiento en este caso depende
del tamaño del
aneurisma. Si el ancho es menor de 5 centímetros, las
posibilidades de que se rompa son muy bajas. Por el contrario, si es
mayor de 5 centímetros la rotura será más probable. Para estos casos
se suele recomendar la intervención quirúrgica, a menos que haya un
gran riesgo por distintos motivos médicos. La operación consistiría
en insertar un injerto sintético que repare el aneurisma. Si se
rompe o amenaza con romperse habría que realizar una intervención de
urgencia. Si no se trata la rotura del aneurisma, éste siempre es
mortal.
Aneurisma de la aorta torácica:
En este caso, si el aneurisma tiene
un tamaño mayor de 7,5 centímetros de ancho se debe practicar una
intervención quirúrgica para implantar un injerto sintético. Si la
persona tiene el síndrome de Marfan (enfermedad rara que afecta a
los tejidos orgánicos), se recomienda reparar mediante cirugía
también los aneurismas más pequeños. Estos aneurismas, por estar
situados en la zona torácica, tienen un riesgo de muerte elevado
durante la reparación quirúrgica.
Disección aórtica:
Se deben administrar fármacos lo
antes posible para que así tanto la frecuencia cardiaca como la
presión arterial se reduzcan pero puedan seguir administrando un
suministro suficiente de sangre al
corazón, el cerebro y los riñones. Una vez se haya iniciado el
tratamiento con fármacos, será el especialista médico el que decida
si el paciente seguirá con los medicamentos o por el contrario
deberá someterse a una operación quirúrgica. Aunque por lo general,
los profesionales suelen recomendar la cirugía en las disecciones
localizadas en los primeros centímetros de la aorta, a no ser que se
presente un riesgo quirúrgico excesivo.
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